¿Pies? ¿Estáis ahí?
Vamos a admitirlo: los pies son los grandes olvidados… hasta que llega el verano. A mediados de agosto estamos hartos de ver uñas coloridas, chanclas, pies desnudos sobre la arena o asomando sobre el agua de la piscina. Ahora que son más visibles y están más expuestos nos preocupamos más de su aspecto. Además, el sol y el contacto directo con el suelo hacen de nuestros pies un objetivo de numerosas y diversas patologías. Por ello, este artículo hará las veces de manual para aquellos que quieran mimar sus pies correctamente.
¿Chanclas? Sí, pero sólo para sitios húmedos y públicos. Como primer paso de su cuidado está el uso de un calzado adecuado, evitando en la medida de los posibles los tacones y, en el otro extremo, las chanclas. Sí. Ese zapato tan fresquito e ideal, pero tan poco práctico en nuestro día a día o en trayectos largos. Hay que evitar los primeros, porque la altura puede dañar nuestros talones y la postura. En cuanto a los segundos, las chanclas, que suelen ser de suela plana y estar provistos de cero sujección, pueden provocar problemas musculares como la fascitis plantar, modificar nuestro movimiento normal de piernas al obligarnos a dar pasos más cortos, o generar tensión sobre los dedos y la planta del pie.
Otro calzado cuyo uso ha de ser moderado en la época estival son las deportivas, ya que promueven la sudoración del pie, todo un caldo de cultivo para hongos que no nos interesan hospedar en absoluto.
Como alternativa, planteamos las sandalias, que tienen una cuña media y permiten al pie adquirir su forma natural. Tendréis los pies frescos, no sudarán en exceso y vuestra postura no se verá perjudicada.
- Pies limpitos, narices felices. Siguiendo con el hilo, como consecuencia del uso de las chanclas en verano, la planta del pie sufre más que el resto del año. Talones agrietados, secos y sucios. Es esencial una correcta higiene de los pies, diaria y con jabones de neutros. El secado ha de ser exhaustivo, sobre todo entre los dedos, donde el pie de atleta puede estar al acecho, y las uñas, para que no acaben amarillas.
Como parte de esa higiene os incluyo el corte de las uñas, que ha de ser frecuente con tal de mantener las uñas cortas y evitar que la carne se vea agredida por su crecimiento.
En el caso de que os sea inevitable tener que llevar deportivas o zapatos cerrados, lo mejor es usar calcetines de algodón, que permitan transpirar al pie y absorban la humedad generada. También podemos ayudar a nuestros pies aplicando talco, polvos o productos en spray que eliminen la sudoración excesiva y el mal olor.
Ahora hablemos del aspecto estético, pero no por ello menos importante. Es más, el cuidado de los pies en cualquier ámbito es esencial para su salud y la nuestra. No podemos olvidar que la piel es nuestro órgano más extenso y que, si bien implicamos tiempo y una inversión en cuidado de rostro, por ejemplo, también habría que hacerlo sobre los pies, esa parte del cuerpo que tanta carga soporta.
Por ello, os reunimos los siguientes cuidados, importantísimos, para mantener esta parte del cuerpo en perfectas condiciones:
- Cremita sí, calcetín no. Lo primero a tener en cuenta es que no podemos usar la misma crema para cuerpo, rostro y pies. Cada zona del cuerpo tiene sus condiciones fisiológicas o su grosor y, en concreto, la piel de nuestros talones es bastante más gruesa que la de nuestra cara. Por ello, las cremas a aplicar en estas zonas habrán de ser hidratantes y meramente podológicas.
Las hidratantes para pies han de aplicarse por la noche y después de haberlos tenido sumergidos en agua tibia unos diez minutos, con su correspondiente secado exhaustivo. De otro modo, al aplicar hidratante y encerrar el pie en un calzado, con la sudoración que conlleva, se crearía un perfecto ecosistema para hongos.
Por último, y contra lo que la mayoría pueda pensar, no es recomendable usar calcetines sobre la hidratante. Ni por la noche, ni por el día. ¿Por qué? Porque al final es el algodón (ese material recomendado) el que se lleva más crema. Lo que sí es una buena opción es film transparente (“el de los bocatas”); se adhiere bien y mantiene la crema en su sitio.
- Nota mental: no olvidar tomar agua.
- Tu pie no es un diamante, no dejes que se ponga duro. Callos. Durezas. Esas afecciones que afectan al pie y que en verano asoman entre la hebilla de la sandalia y su suela. Los que con el roce se han convertido en verdaderos tormentos o fuentes de dolor e incomodidad.
La hidratación nos ayudará a prevenir callos y durezas, pero cuando ya están en nuestra vida, ¿qué podemos hacer? Para eliminarlos estamos provistos de varios utensilios: la piedra pómez, las limas, los raspacallos y los cortacallos.
Por otro lado, con carácter químico, hallamos el ácido salicílico, una sustancia que irá eliminando capas de dermis poco a poco.
Si la dureza o el callo son tan leves que vosotros mismos os los podéis quitar en casa, estupendo, en caso de no ser así, lo recomendable es ir aun podólogo especialista. No se recomienda acudir a sitios donde hagan servicio de manicura, ya que aparte de que puede que no tengan los utensilios adecuados, nos pueden empeorar el estado del pie o nuestra afección. Tampoco sobra decir que con los cortacallos hay que tener especial cuidado, ya que un descuido nos puede llevar a un destrozo. Precaución, gente. Siempre precaución.
Sabiendo ya qué podemos hacer para cuidar nuestros pies, a modo de resumen os proponemos una rutina a seguir si queréis tener los pies bonitos y sanos:
- Dar un paseo. ¿A quién no le gusta despejarse un rato? Eso sí, con un calzado adecuado, ni grande, ni pequeño, siempre de nuestro número. Puedes llevar plantillas para amortiguar el impacto de la pisada. Y recordad: verano + sudor + zapatos cerrados = “Hongos are coming”.
- Llegamos a casa, nos cambiamos de ropa, nos lavamos la cara, cenamos y… sumergimos los pies en un baño de agua tibia durante 10 minutos. Emplead un jabón neutro para limpiar y unas sales para relajar y tonificar.
- Humedad cero. Secad bien vuestros pies.
- Hidratante para pies (siempre por la noche) + film transparente (en caso de ser necesario).
- Levantarse al día siguiente con pies limpios, hidratados y descansados.
En el paso 1 podemos habernos colocado en los pies apósitos con ácido salicílico que, aparte de protegernos del roce de los zapatos, nos ayudará a eliminar capas de piel.
Entre el paso 2 y 3 podemos tratar nuestros callos y durezas con una piedra pómez previamente humedecida.
- Aplicable a todos los pasos: en caso de ser una persona con diabetes, aplicar productos adecuados para el pie diabético bajo prescripción, siempre, de su médico o podólogo. No seguir estos consejos libremente sin haberlo consultado antes con el especialista.
Espero que estéis pasando un buen verano y que, ya que os ponéis, no dejéis de cuidaros los piececillos el resto del año.