Este otoño tuve que pasar por quirófano para operarme la rodilla, y tenía muy claro que tendría que inyectarme heparina, ¿y por qué lo tenía tan claro?. No sólo por mis conocimientos farmacéuticos,  sino porque recordé una historia que nos contó un traumatólogo a mi marido y a mí hace 15 años cuando él se rompió la tibia y el peroné y tuvo que estar 1 mes pinchandose heparina.

Todo vino porque mi marido preguntó después de una semana de la operación cuánto tiempo más tendría que seguir poniéndose la heparina; la contestación del médico fue muy convincente. Nos comentó con tristeza en su rostro que hacía unas semanas habían perdido a un paciente de 19 años , que además era el hijo del jefe de servicio, por un tromboembolismo,  por haber intentado reducir los tiempos de recuperación. Así que su conclusión fue aprender a a palos que las heparinas te ayudan a no morir y evitar muertes. Por eso yo lo tengo tan claro desde entonces.

Ahora entramos en materia y te cuento qué es la heparina. Es un medicamento anticoagulante, es decir, que hace que la sangre se diluya, y no se formen coágulos o para impedir el crecimiento de un coágulo ya formado.

¿Te han puesto una vía alguna vez?,¿te has fijado que tras ponerte la medicación siempre el personal de enfermería pasa primero una jeringa con suero y luego otra con heparina?. Esta heparina es a bajas dosis y sirve para evitar coágulos en la vía (que no se obstruya), ya que la sangre tiene tendencia a coagularse en tubos de plástico estrechos.

Las heparinas de las que disponemos en la farmacia vienen presentadas en forma de jeringa precargada,  que ya está lista para inyectar. Pueden ser pinchadas por uno mismo, pero si te da “yuyu”,  pide ayuda. Es muy importante seguir las indicaciones del médico en cuanto a la dosis y la duración del tratamiento. No escatimes con tu salud, sólo te puede salvar la vida. Debes seguir las indicaciones del farmacéutico en cuanto a conservación y aplicación de medicamentos ya que es el experto del medicamento y el que más sabe sobre ellos.

Se debe mantener fuera del alcance de los niños, ya que no tienen sistema de seguridad anti niños. No meterlo en la nevera, mantenerlo a temperatura ambiente, en un lugar alejado de exceso de calor y humedad, es decir, el baño no es un buen lugar, “Y LO SABES”.

¿Cómo me la pongo?. Fácil sigue los siguientes pasos:

1. Elije una zona de la tripa donde quieras poner la banderilla, y desinféctala con alcohol.

2. Pellizca la piel y coloca la aguja con un ángulo de 45°.

3. Ahora respira profundo, cuenta hasta 3, e introduce la aguja.

4. Suelta la piel ya pinchada y aprieta el émbolo lentamente y de manera continua hasta el final.

5. Saca la aguja, vuelve a desinfectar, pero sin frotar, ya que provocarías un moratón.

Cada día cambia la zona de inyección.  Divide la tripa desde el ombligo como centro, en 4 partes, y así alternas cada 4 días.

Algo ha ido mal:

• Si aparece una burbuja en la piel significa que no has introducido lo suficientemente profunda la aguja. Ya lo harás mejor la próxima vez.
• Me salen moratones: intenta hacerlo más lentamente y sin frotar.

A lo mejor no sabes lo que es un coágulo (trombo) y piensas que lo que te cuento es ciencia ficción, pero te lo voy a explicar de manera sencilla.

Normalmente cuando alguien está inmovilizado, la sangre va más lenta sobre todo en las piernas. La sangre se estanca y circula peor. El retorno venosos está disminuido, eso provoca que las plaquetas se unan formado una pelotita,  que empieza a circular por los vasos y pasa a llamarse émbolo. Sigue circulando hasta que llega a un vaso más estrecho y lo tapona, provocando que no llegue sangre a las regiones siguientes tras el tapón. Esto provoca muerte de los tejidos (infartos). Lo más habitual es que el émbolo llegue hasta los pulmones y provoque un tromboembolismo pulmonar que provoca falta de aire de manera brusca y la muerte.

Por eso te digo, sé que da pereza. Que total, por no ponérmela no va a pasar nada. Bueno, sólo puedes morir. Así que sé valiente y póntela.

Espero que os haya servido de ayuda y que cuando tengáis a alguien cerca que le de pereza, lo animéis a vivir.